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ADORADORES
EN ESPÍRITU Y VERDAD

 

El Señor ha prometido restaurar el Tabernáculo de David en los postreros días (Amós 9:11). La misma promesa se confirma en boca de Jacobo en el Nuevo Testamento (Hechos 15: 14-17).  

La palabra "Tabernáculo" (que significa morada o habitación) reflejaba el deseo de Dios de vivir, morar, ser parte activa - con Su Presencia - en la vida cotidiana de los hijos de Israel.

La primera morada fue el Tabernáculo de Moisés. Una tienda hecha de pieles y transportada por el desierto en el viaje a la Tierra Prometida. 

Durante la época del reinado de David, debido al robo del Arca a manos de los filisteos, David terminó llevando el Arca (que guardaba la Presencia de Dios) a su propio hogar. Este momento en la Historia es lo que se entiende por el "Tabernáculo de David". Luego Salomón, siendo Rey de Israel, construyó el Templo que se mantuvo en pies hasta la cautividad en babilonia. 

​El Tabernáculo de David, mostró la clave que Dios espera, hallen sus hijos para acceder a su Presencia: La Alabanza. David la descubrió aún desde el tiempo en que era un simple pastor a cargo de las ovejas de su padre.

Dios le mostró a su siervo que Él había elegido a Sión (Jerusalén) como su morada o su habitacíon... o sea Su Tabernáculo. ¡Qué bendición es saber que nuestro Dios nos muestra que Él quiere vivir en medio de nosotros en nuestras alabanzas hacia Él!

Pero ¿qué tiene esto que ver con nosotros, hoy? ¡Mucho!

Jesús en el Nuevo Testamento le explicó a la mujer samaritana, que El Padre busca adoradores en espíritu y en verdad. Esa alabanza y adoración es el mensaje del Tabernáculo: aquel acceso sin ritos y directo a la Presencia de Dios de aquellos "conforme al corazón de Dios" (1 Samuel 13: 14).

La alabanza en la Iglesia es por medio de sacrificios espirituales. Pablo nos enseña que debemos ministrar al Señor en nuestro corazón con salmos, himnos y cantos espirituales para agradarlo. Somos el Templo del Espíritu y como tales, debemos ser y estar pensando que en nosotros anhela morar un Dios santo. 

Aquello significa que el fondo y la forma de la alabanza debe ser agradable a Dios. El propósito de un pueblo de Reyes y sacerdotes es ministrar a Dios, por ello ¿será importante saber si Dios tiene un deleite, un gusto y un mandato sobre con qué música se le debe alabar y exaltar? 

Por eso, hoy en medio de la explosión de la idea de la "Música cristiana contemporánea", a la luz de las Escrituras creemos que Dios tiene un patrón celestial que no se amolda a música que en sus orígenes han surgido de contextos inmorales y totalmente alejados de lo que representa un Dios santo y glorioso como el nuestro. 

 

Hoy más que nunca antes en la Historia ha sido relevante la preocupación de los creyentes por ponerse en serio con Dios. 

Cada cristiano hoy debería estar revisando su relación íntima con Dios. Ello implica preocuparse por la alabanza y la adoración a nuestro Dios. ​

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